Los Osos 2 Pág

28-04-2021 324 Visitas

Al acercarse el invierno, el oso macho entra en letargo; su compañera se esconde en algún lugar seguro, y allí, amodorrada, amamanta su cría. El amor maternal de la osa, conocido desde hace mucho tiempo, es maravilloso.

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En muchas regiones montañosas de Europa, los guías muestran a los turistas unas grutas sombrías que se abren como fauces en las paredes abruptas de las rocas. Sus nombres extraños: Gruta del Diablo, Hoyo del Dragón, provienen de ciertas leyendas locales según las cuales dichas cavernas habrían servido de guarida a monstruos espantosos.

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Éste es un oso aletargado en su cueva subterránea, durante el invierno. En el letargo la temperatura del cuerpo disminuye en todos los animales.

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El oso pardo de Europa no se encuentra ahora sino en las zonas montañosas inhabitables.

Tales creencias no estaban desprovistas de fundamento. Los primeros exploradores que se animaron a penetrar en las tinieblas de esas grutas encontraron esqueletos desmesurados, cuyas osamentas estaban allí esparcidas desde hacía mucho tiempo.

Ahora sabemos que los cráneos, los fémures y los costillares gigantescos que encontraron no pertenecían a ningún dragón ni ser extraño, pero sí a mamíferos de épocas remotas, y ya desaparecidos, a los que llamaron ?osos de las cavernas?. Eran éstos muy parecidos a los osos de ahora, en la misma proporción de un gigante respecto al hombre normal.

Actualmente, el único representante europeo de la familia es el oso pardo, que como sus antepasados vive en parajes inaccesibles de las regiones más inhospitalarias. Aún quedan osos en los Alpes, los Pirineos, Escandinavia, toda Rusia y vastas regiones de América.

No hace mucho, un campesino tuvo la sorpresa de ver a uno de sus hijos acariciando a un oso pardo que parecía recrearse con las caricias infantiles. El campesino llamó al niño, que dejó con pesar a su flamante amigo, mientras éste, espantado por la llegada del intruso, regresó a sus montañas, frustrado quizá en su deseo de conocer mejor ese universo que llaman civilizado.

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El oso polar es el gigante en su especie. Este ?mastodonte? de pelaje blanquísimo se alimenta con jocas y peces. Excelente nadador y pescador, es el único animal de su familia que, a veces, ataca al hombre sin provocación. i

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El oso juglar (Ursus labiatus) de la India no se aletarga, debido, posiblemente, a la benignidad del clima, y se alimenta únicamente de vegetales.

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El oso lavador es uno de los más pequeños y encantadores de la familia. Su calificativo deriva del hecho de que este oso lava sus alimentos antes de ingerirlos.

El oso pardo es un animal macizo y vigoroso, cuya estatura raramente excede de 1,70 m. Para quien lo ataca, resulta un adversario temible, pero en general no es peligroso para el hombre y rara vez toma la ofensiva. Es muy ágil, posee fuerza extraordinaria y se ha comprobado que con un solo golpe de su recia pata puede abatir un buey.

Se torna peligroso cuando se lo molesta en su cueva o se le quiere cortar la retirada. Este oso pardo no es tan sólo un animal poderoso, sino también un trepador de primera clase, cuya agilidad resulta asombrosa si se considera su corpulencia. Pasa el invierno en letargo, bien protegido en su cueva subterránea que ha arreglado lo más cómodamente posible.

Al comienzo de la primavera abandona su cueva y sale en busca de raíces, brotes tiernos y pequeños mamíferos como los cabritos. El oso es omnívoro, es decir, come de todo; es también muy goloso: la miel es uno de sus manjares favoritos. Cuando tiene la suerte de descubrir una colmena silvestre se la engulle entera, con cera y todo, sin preocuparse en lo más mínimo de la irritación de las abejas, que lo atacan inútilmente, pues sus dardos no alcanzan la gruesa piel a través de los pelos largos y espesos.

Cuando se aproxima el otoño ya se prepara, buscando sus cuarteles de invierno. A menudo recorre largas distancias antes de encontrar un albergue de su conveniencia, y generalmente no vuelve al cubil del año anterior. Elegido ya el lugar en alguna grieta muy bien disimulada, cuida mucho los detalles de su guarida y se instala antes de que caiga la nieve a fin de no dejar ningún rastro que pueda delatar su presencia. En los primeros días de su instalación, antes de caer en letargo, está intranquilo y pasa las horas en continua zozobra, atento al menor ruido sospechoso.


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